El Recetario abrió sus puertas el pasado 17 de julio y poco ha bastado para consolidarse como uno de los restaurantes en los que ir a probar algo diferente sin rascarse demasiado el bolsillo.
En un local sin precedentes, ya que se trata de una obra nueva donde no había anteriormente ningún otro bar o restaurante, Alex Sampedro ha cogido el impulso definitivo para quedarse por mucho tiempo. Nada de locales malditos, como tantos hay en Gijón. A veces hace falta partir de cero para innovar y diseñar un espacio en el que apetezca estar. Y es que el comedor de la parte de restaurante (pues la parte de bar comunica con la calle y tiene amplias cristaleras), a pesar de ser un sótano, no puede ser más acogedor. Sin florituras pero notándose que hay una mano de diseño detrás. Nada que ver con esos quiero y no puedo de locales ‘renovados’. Justo en el clavo.
Gastronómicamente también ha sabido acertar. Basándose un poco en la idea que ya transmitía en el Café Gijón, la carta se centra en raciones o medias raciones que con el correcto asesoramiento dan lugar a una prueba ‘de todo un poco’ o un suculento picoteo. Y es que en este tipo de gastronomía urbana que tanto se demanda últimamente, la del ‘de todo un poco’, se requiere un servicio excelente que sepa de cantidades, de gustos y de sonreír. Pero sobre todo, se requiere sorprender en cada plato y cambios de carta muy frecuentes, para que el público fluya y repita. De momento le damos un sobresaliente en la asimilación del concepto, nada fácil de conseguir. Veremos si se mantiene.
La carta del recetario es innovación, como su bonito del Cantábrico curado en sal sobre sopa de tomate y guindilla, una vuelta de tuerca que era imposible no probar. Espectacular. Y tradición, con las croquetas cremosas de jamón ibérico. Parece que se ha puesto de moda poner la palabra ‘cremosa’ al lado de ‘croqueta’ para aclarar que son de las buenas, aunque debería ser una redundancia. El caso es que estás sí son cremosas y sí son buenas.
Los clásicos de Alex también están presentes. Como la empanada de ceviche ganadora del concurso de pinchos de la ciudad en 2015 o los canelones de rabo de vaca, si bien antes los hacía de pitu. Una carta no muy larga para no complicarnos la vida y dejarnos asesorar. Al igual que la carta de vinos, donde se echa de menos algún caldo asturiano.
En este Gijón donde todavía falta un poco más de democratización gastronómica, donde todo el mundo se vuelve loco con la apertura de un japonés normalito (porque desgraciadamente es de lo mejor que hay), el concepto de El Recetario es más que fundamental y sus platos saben sorprender y agradar. Bendita democracia gastronómica.